viernes, 14 de enero de 2011

Respuesta al desarrollo sostenible

Edificio singular, el PRAE por su combinación de técnica y respeto medioambiental es Premio de Construcción Sostenible de Castilla y León, además de ser seleccionado para representar a España en la Conferencia Mundial Sustentainable Building Challenge 08 de Melbourne (Australia) 

 
Al señor, el honor. Me complace sobremanera iniciar este breve artículo reconociendo mi admiración por el arquitecto Andrés Perea Ortega que nos deleitó recientemente en Valladolid con una conferencia titulada «El cambio de paradigma de la edificación debido a la sostenibilidad». Eso es, precisamente, lo que significa el Centro de Recursos Ambientales (CRA) que la Junta de Castilla y León inauguró en Valladolid en la primavera de 2009: un cambio en el modelo de arquitectura como respuesta a las exigencias del desarrollo sostenible. 
 
El CRA es una construcción semienterrada de 3.500 metros cuadrados, que constituye el edificio principal de un complejo de 4,72 hectáreas denominado PRAE (Propuestas Ambientales Educativas) y situado al final de la Cañada Real de Valladolid. Dicho complejo incluye un Parque Ambiental, en el que se recrean los ecosistemas naturales más característicos de Castilla y León; una Laguna, en la que se desarrolla un aula del río; y un Aparcamiento también semienterrado, integrado en la vegetación autóctona.
Sin menoscabo de las anteriores, me parece ser ésta la obra más importante que hasta ahora ha realizado el estudio de arquitectura ODI+P de Valladolid. Y lo es por varias razones. En primer lugar, lograr un comportamiento sostenible de un edificio es tarea delicada. Y el CRA lo hace gracias a la generosa audacia de sus creadores, que se concreta en seis principios de ecoeficiencia:
 
1º. Correcta integración en el ambiente físico, desde la implantación semienterrada de la planta principal del CRA para aprovechar la inercia térmica del terreno hasta el diseño de una caja de cristal, en planta primera, que emerge en el paisaje de forma casi imperceptible, disminuyendo notablemente su impacto visual.
 
2º. Adecuada elección de materiales y procesos, desde la elección de muros de termoarcilla con aislamiento de fibra de celulosa de papel reciclado hasta la selección de materiales locales de mínimo impacto y alto potencial de reciclaje.
 
3º. Eficiente gestión del agua y la energía, desde la reutilización del agua de lluvia en un ciclo del agua completo; pasando por un sistema de climatización general de suelo radiante-refrescante que aprovecha la energía solar térmica; la existencia de una máquina de absorción, dos calderas de biomasa, colectores solares de vacío y paneles solares fotovoltaicos; hasta la implantación de un sistema de gestión del alumbrado interior, con lámparas de bajo consumo y flujo luminoso regulable.
 
4º. Riguroso control de la generación de residuos, desde la adopción de criterios estrictos de diseño para facilitar la recogida selectiva de los residuos hasta la previsión de espacios y recorridos que facilitan la gestión de dichos residuos.
 
5º.Óptima creación de una atmósfera interior saludable, desde la disminución de ruidos, olores y emisiones tóxicas hasta el pretratamiento diferenciado del aire interior de modo estático en invierno y dinámico en el ciclo estival, gracias al diseño de paramentos exteriores de vidrio con cámara «sunspace».
 
6º. Eficacia en la relación calidad-coste, desde el aumento de los controles de calidad durante la obra hasta la elección de soluciones constructivas sostenibles ya estandarizadas en el mercado.
 
Estructura y belleza
 
Más aún queda lo mejor: lo que vale más en la obra de ODI+P no es la infatigable exploración ni el cúmulo de conocimientos técnicos sobre construcción sostenible. Si no hubiese en el CRA más que esto, no merecería, con la pureza que lo reclama, el calificativo de arquitectura sostenible. Arquitectura no es sólo funcionalidad, sino belleza. La eficacia de una máquina-para-habitar empieza a ser arquitectura cuando moviliza los materiales, las estructuras y las instalaciones hacia la belleza. Éste es, a mi juicio, el don ejemplar del CRA, arriesgado y mesurado a un tiempo, a partir del diseño de una fachada exterior que pone la solución tecnológica del vidrio de baja emisividad, al servicio de una celosía de viruta reciclada con forma de arboleda que, por el día se mimetiza con el entorno vegetal y por la noche se convierte en una especie de aurora boreal cromática, gracias a una iluminación dinámica mediante leds.
 
Y no sólo es fachada. El CRA ofrece un programa arquitectónico en el que los talleres de educación ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, el Centro de Información y Documentación Ambiental y las oficinas de la Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León se funden con las exposiciones permanentes y temporales gracias a la composición plástica de tabiques transparentes, patios interiores con vidrios verdes, muros vegetales o paramentos interiores realizados con viruta fina de madera.

 Jorge Guerra, abc