viernes, 8 de julio de 2011

"La arquitectura icónica pertenece a la historia"

 (Entrevista de Llàtzer Moix para La Vanguardia)

"Urbanismo, medio ambiente y nuevas tecnologías definirán la Barcelona futura"  "Los proyectos que debemos apoyar son los que dan impulso a la economía"


El flamante arquitecto jefe de la ciudad, Vicente Guallart, anuncia un nuevo modelo Barcelona en el que, sin descuidar la calidad arquitectónica y urbanística, intentará generar conocimiento para definir otro modelo, basado en el acuerdo entre el urbanismo, la ecología y las nuevas tecnologías de la comunicación.

El modelo Barcelona ha dado fama mundial a la ciudad. Dice usted que ahora van a reformularlo. ¿Por qué? ¿Ya no sirve?Este modelo basado en la calidad del espacio público, los equipamientos y la arquitectura sigue siendo válido. Pero, al tiempo, debemos hacer frente a retos actuales, y para ello tenemos que dotarnos de nuevas herramientas.
¿Cómo será el nuevo modelo que usted defiende?El urbanismo seguirá, pero la urbanización se acabó. No queda en Barcelona suelo virgen por urbanizar. Hemos definido una nueva estrategia bajo el concepto general de habitat urbano, que combina urbanismo, medio ambiente y tecnologías de la información.
¿En qué se notará dentro de seis meses este nuevo modelo?Los proyectos que hay que apoyar son los que impulsan la economía y ayudan a crear empleo. Iniciativas, por tanto, de carácter social, con impacto económico positivo para la ciudad. Estamos trabajando ya en el proyecto Blau@Ictínea, para la zona portuaria; y en la estructuración de un polo integrado por puerto, aeropuerto y Zona Franca.
¿Cómo valora la labor de Oriol Bohigas, Josep Acebillo y Oriol Clos, sus antecesores?Bohigas ha sido el padre del modelo Barcelona, de su nuevo urbanismo. Acebillo desarrolló un trabajo importante en infraestructuras. Y Clos ha sido coherente en espacio público y vivienda.
El grupo Metápolis, que usted cofundó en los 90, ha generado mucha teoría, alguna obra y proyectos utópicos para Barcelona como una isla artificial en su costa. ¿Qué queda de eso?Metápolis era una iniciativa optimista. Todo cambia y el futuro está siempre por inventar. Barcelona ya no es una metrópolis, sino una gran metápolis, ese tipo de ciudad discontinua que las personas habitan gracias al transporte de alta velocidad y las tecnologías de la información. Catalunya se ha convertido en eso. Necesitamos barrios de baja velocidad, en los que se pueda vivir, trabajar y descansar, integrados en una ciudad de alta velocidad, hiperconectada con el territorio. Slow cities en el seno de smart cities.
¿En qué medida condicionará la nueva ley del Área Metropolitana, que suma competencias, la autonomía municipal?Hay una clara voluntad de cooperación interinstitucional.
El proyecto de la Sagrera ha sido hasta ahora gran prioridad municipal. ¿Seguirá siéndolo?Creo que no toda la financiación está asegurada. Pero se trata de un proyecto estratégico. La parte ferroviaria va adelantada. Lo que puede tardar más son las viviendas y otros equipamientos.
¿Se construirá allí el edificio proyectado por Frank Gehry?Nuestro primer objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas. La protagonista será la ciudad. El modelo de arquitectura icónica, de gran estrella arquitectónica internacional, pertenece a la historia. Barcelona es un laboratorio que debe desarrollar un nuevo know how de habitación, aplicárselo y ofrecerlo a otras urbes. Nuestra política, además, buscará la excelencia en el diseño de la ciudad. Eso es fundamental. Pero lo haremos integrando a los nuevos actores, a ecólogos y especialistas en nuevas tecnologías, también a emprendedores.
Hablaba usted del fin del urbanismo. ¿Puede morir el urbanismo público de vocación reguladora y democrática?En absoluto. Una cosa son los cambios puntuales en el Plan General Metropolitano. Otra sería tocar parámetros básicos como densidad, zonas verdes, etcétera.
¿La cultura del gran evento, que ayuda a recaudar fondos para poner en marcha operaciones urbanas es aún viable?El gran evento será la calidad de vida de las personas y la regeneración urbana. En los próximos años, los recursos públicos van a ser limitados. Grecia es el paradigma que no queremos imitar. Las ciudades deben invertir en lo que da recursos y ahorro.