concurso racons públics: participa en el diseño de la ciudad
El pasaje de Ferran el Catolic,es un apéndice viario que se ubica en el extremo sudoriental de la ciudad de Castellón, casi en el límite de su continuidad edificada, abriéndose hacia los naranjales de la Plana.
Se traza como una bisectriz del ángulo abierto que forman las calles de Carcaixent y Mestre Ripollès.
El callejón está orientado hacia levante y se abre hacia la calle de Ferran el Catolic. Esa orientación le proporciona un buen asoleo por la mañana. A partir de mediodía, las sombras proyectadas de la edificación le confieren el característico paisaje de contrastes de esta ciudad luminosa. Al atardecer, las sombras pueden adquirir tintes más dramáticos, sobretodo en invierno.
El barrio se caracteriza por una variedad interesante de formas de crecimiento urbano en inmediata proximidad al tema de estudio. El contexto general es el de un ensanche menor, con pequeños chaflanes, edificación plurifamiliar de alturas moderadas (entre 3 y 6 plantas generalmente) y con menos saltos de altura que en el propio centro de la ciudad. Encontramos también un pequeño sector de ciudad jardín formado por algo más de una docena de casitas unifamiliares con jardines frondosos. Junto a éstas, una manzana formada por vivienda social de posguerra, de peor factura, densidades algo extremas y espacios públicos pobres e iterativos. Asoman también algunos vestigios de la casa artesana en parcelas torcidas que se han resistido al impulso regulador de la trama del ensanche. Una trama bastante elástica, que se acomoda en ocasiones al parcelario agrícola con suavidad.
La arquitectura del pasaje es una operación de composición unitaria, de corte racionalista, de la época del desarrollismo. Está dividida en varias fincas, cuyo desigual estado de mantenimiento y color le proporciona algo de variedad. Los usos que los vecinos dan a los cerramientos de fachada también son diversos… aquí un armario, allí una antena parabólica, un aparato de aire acondicionado medio disimulado, un cerramiento que aprovecha la terraza como habitación en los límites de la legalidad… Esas acciones enriquecen y dan vitalidad al paisaje doméstico del callejón, aunque alguna operación que favoreciese la presencia del verde y la concentración de elementos de servicio podría mejorar el aspecto de la edificación.
El plano del suelo, en cambio, es un auténtico despropósito. Ridículas aceras de apenas un metro de ancho, invadidas por automóviles que cabalgan sobre ellas. Los coches se molestan los unos a los otros. dificultan el paso a los vecinos y excluyen la posibilidad de unos usos que generen transparencias en las plantas bajas.
Este espacio, que podría ser un lugar recogido de encuentro, de juego, de charla y de riqueza social, e incluso una oportunidad para el comercio o la hostelería de proximidad tan característicos de Castellón, está condenado por dos docenas de artefactos metálicos abusivos.
Un proyecto que ofreciese alternativas al aparcamiento, resituando esos coches, que recuperase el pavimento urbano como lugar de expresión de la colectividad, que estudiase las viabilidades de uso de las plantas bajas, que afrontase la iluminación con criterios creativos y sostenibles, que recuerdase la biodiversidad… podría ser una inyección de optimismo y de mejora de la calidad de vida de los habitantes de este barrio de Castellón.
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