El desplome de la construcción en España se ha llevado por delante a todo un sector. No hay actividad privada y tampoco pública. Con lo que ya no se trata de constatar cifras menguantes, sino de asumir el hecho de que «es necesario un cambio de paradigma, una manera de trabajar, de construir, diferentes a como se ha hecho hasta ahora», dicho en palabras de Marc Chalamanch, uno de los tres socio del despacho de arquitectura Archikubik.
No hay dinero para construir aquí, ni en el sector público ni en el privado. Han desaparecido un millón de puestos de trabajo desde que estalló la burbuja, y hay un 65% menos de despachos de arquitectura activos, según el organismo profesional que los agrupa. Incluso el propio Col.legi d’Arquitectes de Catalunya ha presentado tres expedientes de regulación de empleo en poco más de un año. En ese periodo ha reducido su plantilla desde 325 empleados hasta 141, más del 60% de las personas que trabajaban para el organismo.
De hecho, «esta crisis se está haciendo larga», considera Ramón Fontana, director de Estudios del Institut de Tecnologia de la Construcció (ITEC), «primero entró en crisis el sector residencial, después el no residencial, y finalmente la ingeniería civil», agrega. Ante esta situación, parece que la única manera de salir adelante es buscar y desarrollar proyectos fuera de España. «El mercado exterior representa una oportunidad para el crecimiento, la diversificación y la competitividad de las empresas », expone el presidente del Gremi de Constructors d’Obres de Barcelona, Nestor Turró.
«Con la actividad que tenemos en España solo tendríamos ingresos de subsistencia», dice Ignasi Solsona, socio de Cotacero Taller de Arquitectura. Se trata de un pequeño despacho con siete personas, pero si se tiene una estructura mayor es imposible tirar solo de las iniciativas que se generan en el entorno local. Como en el resto de las actividades productivas –más si cabe– la única manera de salir adelante es abrirse mercado fuera. En estas páginas aparecen cuatro ejemplo de despachos que han cimentado su continuidad en el desarrollo de proyectos internacionales.
Todos ellos coinciden en algo: «No ha sido fácil» hay que tener la voluntad de hacerlo e invertir tiempo y dinero. Eso sí, hay varias maneras de conseguirlo. Una es cerrar el negocio en España, porque no se encuentra alternativas, y empezar de cero fuera. Otra es buscar un socio extranjero para ir fuera y ofrecerle tus servicios si puedes aportar algo diferenciador. Y la última es ir de la mano de alguien que ya trabaja fuera y al que se le puede aportar algo.
«La época de bonanza narcotiza las ideas. Hay poca investigación arquitectónica», considera Luis Alonso, de Alonso Balaguer y Arquitectos Asociados. «No hay nada mejor que una crisis para reflexionar y pensar en nuevos modelos». Es la parte positiva de la situación. Ahora ya no se puede ir por el mundo vendiendo apartamentos adosados. Es tan importante innovar como sintonizar con las nuevas necesidades sociales. Y siempre es mejor que si llega un crisis «te coja con un pie fuera», como le sucedió a Carme Pinós.
MAX
JIMÉNEZ BOTÍAS
El Periódico JIMÉNEZ BOTÍAS