Autor: Rafael Mur Soteras
Presidente del Consejo de Redacción
Vicepresidente del Consejo de Administración de ASEMAS
No se pueden hacer “favores” a costa de nuestra responsabilidad. Prevención contra los siniestros de la crisis:
La delicada situación que está atravesando el sector inmobiliario está generando la proliferación de una serie de reclamaciones de tipo contractual y económico, que anteriormente resultaban prácticamente inexistentes, y contra las que cabe tomar especiales medidas de protección. Muchas de estas reclamaciones están promovidas por los propios promotores de las obras, que pretenden financiar la crisis de ventas a costa de las coberturas aseguradoras de los técnicos o del patrimonio propio de éstos:
Reclamaciones por desviación de presupuestos: Se produce la paradoja de que algunos promotores que insistieron a sus arquitectos en que presupuestaran a la baja para abaratar tasas de licencia, notariales, colegiales y otras, agradecen este “favor” interponiendo una demanda judicial contra el arquitecto por desviación del presupuesto en relación al coste real de la obra. No se pueden hacer “favores” a costa de nuestra responsabilidad.
Reclamaciones por falsedad en certificaciones de obra: Algunos arquitectos, presionados por los promotores, han emitido en alguna ocasión certificaciones sobre partidas aún no realizadas o acopios inexistentes para adelantar la financiación del promotor. Esta práctica incorrecta, que en condiciones normales podría no haber tenido consecuencias, ha quedado evidenciada por la crisis al interrumpirse las obras por falta de recursos y alicientes de ventas. Aquel “favor” al promotor se ha revelado como una falsedad documental voluntaria y dolosa, que supera los límites de una simple negligencia y que queda excluida de cualquier póliza de seguro de RC profesional. No se pueden hacer “favores” a costa de nuestra responsabilidad.
Reclamaciones por falsedad en certificado final de obra: También se han producido algunos casos de reclamaciones por supuesta emisión de certificados final de obra sobre edificaciones aún no terminadas. Estos certificados, emitidos también como “favor especial” al promotor para que pudiera ir adelantando “el papeleo” mientras se ultimaban ciertos acabados de la obra que finalmente no se realizaron a consecuencia de la crisis, han quedado también evidenciados como una falsedad documental intencionada y dolosa, y por tanto no cubierta por ninguna póliza de seguro de RC profesional. No se pueden hacer “favores” a costa de nuestra responsabilidad.
Conclusión: En los tiempos que corren hay que ser especialmente escrupulosos en la confección de presupuestos, emisión de certificaciones y finales de obra. Resulta imprescindible asegurarse de que lo certificado se ajusta a lo realmente existente y, por supuesto, a lo proyectado que fue objeto de licencia.