El jurado del premio internacional Dedalo Minosse aplaude el
resultado de la colaboración entre TMB y el estudio ON-A
resultado de la colaboración entre TMB y el estudio ON-A
La rehabilitación integral de las estaciones de metro de Drassanes y Sant Andreu, de Barcelona, ha obtenido el premio internacional Dedalo Minosse de arquitectura, otorgado por la Asociación Profesional de Arquitectos y el gobierno de la región italiana del Véneto. El viernes se hizo público en Vicenza el veredicto del jurado, que ha escogido los proyectos entre los más de 350 seleccionados, de 52 países diferentes.
Los premios Dedalo Minosse, instituidos en 1997 y de periodicidad bienal, reconocen la figura del cliente o promotor como fundamental y estratégica en el procesoconstructivo de un edificio, con atención especial a aspectos como la sostenibilidad social y económica, la accesibilidad, el tratamiento de la luz natural, el uso sostenible del territorio, de los recursos y de la energía, la mejora y la conservación del medio ambiente, el paisaje y el patrimonio arquitectónico, la utilización de tecnologías y materiales innovadores, y el desarrollo de las tradiciones y los lenguajes locales.
Programa de renovación de estaciones
En este caso el promotor es Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), mientras que los autores de los proyectos han sido los arquitectos Eduard Gutiérrez y Jordi Fernández, del estudio ON-A. TMB encargó a ON-A los proyectos para las estaciones de Drassanes y Sant Andreu como parte del programa de rehabilitación integral de estaciones con elevados niveles de utilización y desgaste que se lleva a término desde hace cinco años.
En el caso de Drassanes, de la línea 3, el proyecto de reforma se presentó en 2006 y las obras se acabaron en 2009. De la actuación, sobre una superficie de 1.500 metros cuadrados, destaca especialmente la búsqueda de una continuidad de los espacios mediante una sola piel a partir de piezas prefabricadas de GRC (glass reinforced concrete) de color blanco. Ayuda el hecho, poco habitual, de que los vestíbulos y los andenes estén a una misma altura. El resultado es un espacio limpio y luminoso que recuerda el interior de un tren, y la claridad que desprende se prolonga también al pavimento de terrazo continuo.
En cambio, el pasillo que conecta los andenes rompe totalmente la estética de la estación, por el hecho de apostar por el acero de tonalidades diferentes de rojo para revestir las paredes, buscando el efecto sorpresa en un lugar de paso bastante anodino para el viajero.
Bóveda iluminada con proyectores
En cuanto a Sant Andreu, de la línea 1, el proyecto data de 2007 y las obras se culminaron en 2010. La idea principal del proyecto era renovar los revestimientos, la señalética y las instalaciones de una manera eficaz y sobria, con la mirada puesta en la intervención en la bóveda de la estación. Es el techo el que acapara el protagonismo, gracias a un complejo sistema de luces y proyectores que la iluminan creando diferentes escenas y dando vida a un espacio que el usuario percibe cada día de manera diferente.
La bóveda quedó liberada gracias a una estructura metálica de casi 80 metros de longitud soportada en sólo tres puntos, que aloja en el interior la señalética y el sistema de luces.