lunes, 7 de febrero de 2011
Casa F, Barcelona
Esta casa se caracteriza por su emplazamiento en un terreno con fuerte pendiente y un riachuelo que lo atraviesa. Una orografía ligeramente accidentada, el terreno rocoso y la preservación de la mayoría de los árboles fueron las pautas del proyecto. Se trata de una Vivienda-Estudio con un programa dispuesto en tres niveles. La planta noble se encuentra en el nivel superior y justo por debajo de ésta se sitúa la planta de los dormitorios, en el último nivel se ubican los servicios complementarios.
El objetivo era ocupar el solar mínimamente liberando el paso del
riachuelo para que atravesara libremente el terreno justo por debajo de la vivienda, y así permitir que el sonido del agua en su transcurrir, el olor que desprende la vegetación, las texturas… formaran parte del ambiente de la casa. Todo esto sumaba a la vertiente emocional que el arquitecto pretendió que tuviera el proyecto.
Finalmente se optó por dejar el solar intacto y apoyar un objeto, un gran volumen que descansa en una mínima superficie de apoyo. La vivienda tan solo toma contacto con el terreno a través de un núcleo central de pequeñas dimensiones. La acotación de la cimentación fue una labor arqueológica sobre la que se actuó como auténticos cirujanos para minimizar el impacto sobre la superficie rocosa. El núcleo central incorpora en su interior una escalera que se prolonga hasta la cubierta, donde dos grandes jácenas se lanzan hacia los extremos del edificio. Los forjados de las plantas inferiores se apoyan en ese núcleo central y se lanzan a encontrar los tirantes que cuelgan desde las jácenas de cubierta. La casa está colgada.
El objetivo del arquitecto era que el proyecto se entendiera como un objeto unitario, es por ello que todo el programa y la interacción de éste con el exterior se producen en su interior. Se trata de crear espacio dentro de un objeto, un objeto “tallado” al que se le hizo una serie de penetraciones que cruzan vertical, horizontal y transversalmente y que, a modo de túneles de mina, nos comunican con el exterior. Esos túneles están completamente revestidos en cuarcita celeste.
El interior y el exterior de la vivienda son de color blanco y todas y cada una de las interacciones que se producen entre esos espacios se resuelven también con cuarcita celeste, ya que por sus características proporciona un suave reflejo que permite que la naturaleza entre en el interior. Tan solo blanco y celeste: cuerpo y perforación. De esta forma el paisaje, además de verse a través de la superficie acristalada del final del corredor, se refleja de forma calidoscópica proyectándose hacia el interior. Uno de estos pasillos verticales que funciona como pozo de luz natural permite la observación del riachuelo desde las estancias principales, que situadas a diferentes niveles, se asoman para ver cómo transcurre. El interior está completamente bañado por la luz natural, los espacios son continuos y amplios. Se puede sentir la magnitud en su completa dimensión.
El color claro exterior busca un pretendido contraste del objeto con la vegetación. Cuando ésta y el arbolado vayan creciendo con el paso
de los años se podrá alcanzar el último objetivo del arquitecto, descubrir la vivienda oculta tras los árboles.
RTA-Office
Arkinetia