Fotografía facilitada por Arquitectos Asociados Alonso Balaguer, del arquitecto, Luis Alonso que explica la transformación realizada por su estudio de la antigua plaza de toros de Las Arenas de Barcelona en un centro comercial, que ha despertado el interés de diversas ciudades latinoamericanas que buscan renovar los usos de edificios históricos actualmente desaprovechados y que ven en este proyecto un modelo a seguir.EFE
Así lo ha explicado a Efe uno de los arquitectos responsables del proyecto, Luis Alonso, cuyo despacho, en colaboración con el del británico Richard Rogers, decidió preservar la fachada neomudéjar de Las Arenas, construida a finales del siglo XIX, para albergar un nuevo espacio comercial, lúdico y deportivo de 105.000 metros cuadrados.
Tras inaugurarse el nuevo centro el pasado marzo, Alonso ha publicado el volumen "Arenas de Barcelona. Historia de una Transformación", en el que recoge con profusión de documentos, anécdotas y fotografías el proceso de construcción de la plaza, obra del arquitecto August Font, y su posterior reconversión entre los años 2005-2011.
Inaugurada el 29 de junio de 1900, Las Arenas celebró su última corrida en junio de 1977 y desde entonces se habían planteado diversas propuestas para recuperar este espacio, situado en la plaza España de Barcelona.
La solución de conservar la fachada, como uno de los pocos ejemplos en la ciudad de arquitectura circular, y de renovar totalmente el interior, ha despertado el interés de arquitectos y autoridades de Latinoamérica, ha indicado Luis Alonso, cuyo despacho tiene oficina en Lima y que trabaja en distintos proyectos en Perú, Chile, Colombia, Honduras y Brasil.
"Barcelona es una referencia a nivel arquitectónico y hasta ahora ya han venido a visitar el centro autoridades de Lima, Bogotá y Tegucigalpa, interesadas en dar nuevos usos, públicos o privados, a edificios históricos sin actividad ubicados en el centro de las ciudades", ha revelado Alonso, que el próximo junio hablará sobre el proyecto en un foro en México, D.F.
Alonso es un abanderado de lo que denomina "promiscuidad funcional" en la rehabilitación de edificios antiguos, para dar cabida en ellos a nuevos usos administrativos, residenciales, comerciales, lúdicos o culturales.
Sobre el nuevo edificio señala la complejidad tecnológica que supuso mantener 300 metros lineales de fachada hecha de ladrillo, con un peso de 4.000 toneladas, mientras se excavaban 25 metros de profundidad para ubicar las plantas subterráneas del centro comercial y los aparcamientos.
Subraya que a la dificultad de mantener en el aire "una piel muy ligera de 60 centímetros de espesor y 300 metros de longitud" se añadía la complicación de "tener a cuatro metros de distancia dos túneles del Metro que transmitían muchísimas vibraciones".
"Teníamos 24 puntos en los que comprobábamos exactamente cuál era el desvío que podía haber diariamente" en la fachada, destaca Alonso.
"Aunque siempre habrá voces críticas, creo que el tiempo nos dará la razón de que valía la pena hacer este esfuerzo tecnológico de mantener la fachada", asegura Luis Alonso, que cree que el edificio puede convertirse en un referente arquitectónico para Barcelona y que el gran número de visitantes al centro en sus primeras semanas, muchos de ellos turistas, parece avalarlo.
Así lo cree también el alcalde de la ciudad, Jordi Hereu, quien en el prólogo del libro considera que Las Arenas, "tras este profundo proceso de remodelación, se proyectará como un nuevo icono de Barcelona".
EFE