Jaume Coll y Judith Leclerc recibieron el pasado mes de junio el premio que otorga la Asociación de Vivienda Pública de Cataluña por su bloque de viviendas sociales en el barrio leridano de Pardinyes. El edificio, promovido por el Institut Català del Sól, integra una eficaz aplicación de los materiales que logra simultáneamente unos elevados parámetros de eficiencia energética y un valor estético singular y en el que se ha definido una propuesta tipológica espacial con un alto nivel de flexibilidad para adaptarse a las necesidades y condiciones específicas de sus residentes.
El bloque contiene 44 viviendas de protección oficial en régimen de alquiler, cada una de las cuales con un superficie de 60m2, cuyo interior está planteado como una sala fluida sobre la que articulan dos posibles espacios compartimentados que, mediante puertas correderas, ofrecen la posibilidad de crear fácilmente una distribución reversible y adaptable del espacio (bien creando zonas de uso privado o bien haciendo de la estancia un espacio único diáfano). Se abren al exterior por dos porches abiertos a la fachada, concebidos como espacios de transición entre dentro-fuera, que rompen con el concepto convencional de terraza y permiten una mejora en el control climático, de visuales y de seguridad para cada vivienda.
Tres años después de haberse asociado con sedes temporales en París y Nueva York, Judith Leclerc y Jaime Coll establecieron su estudio permanentemente en Barcelona en 1996, tras ganar el concurso para la construcción del Conservatorio Superior de Música, Danza y Teatro de Baleares. El Polideportivo Bonaigua (Sant Just Desvern), la Escuela Primaria Nostra Llar (Sabadell), el Centro de Salud en Montilivi (Girona), un edificio de 42 viviendas sociales en el Fòrum ,el Parque TMB (Cubierta Ecológica sobre la estación de autobuses de Horta), el complejo LV o la Reforma de la Plaça Urquinaona (todos ellos en Barcelona) destacan entre su obra.
En ellos se percibe el perfil del arquitecto presente a través de cuya posición mental y su trabajo se concilia y se resuelve el encuentro entre los conceptos y aspiraciones de la modernidad con las formulaciones tecnológicas e ideológicas de la arquitectura del siglo XXI.
Como evidencia su edificio de Equipamientos Londres - Villarroel (viviendas para jóvenes, escuela primaria, guardería y estacionamiento) en Barcelona, donde se formula una reivindicación de la idea de isla permeable que había en el origen del proyecto urbano del Eixample, su arquitectura se sitúa, comprometidamente, en el ejercicio de un diálogo crítico y de acción-respuesta que, desde otro planteamiento, se reconoce también en la propuesta de las viviendas de Lleida y en ese cuidado diseño de un juego visual que se desarrolla mediante los materiales, la presencia del color verde (el color es un elemento que Coll y Leclerc saben manejar y aplicar haciendo que sea algo más que un accesorio lúdico-estético), un ritmo de lleno-vacío, que producen un atractivo que aleja estéticamente al edificio de la monotonía de la periferia construida, un gesto con el que se evidencia la atención con que interpretar este edificio como una presencia que quiere intervenir positivamente en la construcción del paisaje urbano y manifiesta implícitamente un reconocimiento del valor que merece un edificio de vivienda social y sus residentes.
Jaime Coll y Judith Leclerc forman parte de una generación que demuestra que la gran arquitectura puede producirse en espacios mínimos y con recursos contenidos, revitalizando el original espíritu revolucionario, y asimismo sensible, de la arquitectura social frente un panorama arquitectónico donde, en las últimas décadas, la construcción se ha decantado por un desaforado objetualismo. Ante éste, actitudes como la suya y otros de los arquitectos que llevan tiempo comprometidos con el progreso en la calidad material y conceptual de la vivienda social, se plantean -ante un panorama en agotamiento del dominio de edificios egocéntricos- como una firme respuesta de transgresión y subversión. Y como una actitud de acción positiva para el estado de crisis.
Publicado en suplemento 'Cultura/s', La Vanguardia, Barcelona - Número 432
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