Al habla, el arquitecto barcelonés Carlos Ferrater, ganador del Premio Nacional de Arquitectura, que concede el Ministerio de Vivienda. “Me ha pillado la llamada en Sitges, estoy con un proyecto para una escuela apadrinada por Paul McCartney“. ¿McCartney el de los Beatles? ¿Y va a conocer a Sir Paul? Pues eso es aún más divertido que ganar un Premio Nacional, ¿no?. “No, hombre, no diga eso. Este premio me hace mucha ilusión. Primero, porque se reconoce una trayectoria. Y segundo, porque me llega joven. ¡Sólo tengo 65 años!”.
Hablemos, por tanto, de la trayectoria de Ferrater, que abrió su estudio profesional en 1971 (el miso año en el que se incorporó a la docencia en la Universitat Politècnica de Catalunya). “Durante muchos años tuve proyectos pequeños: una casita aquí, un club náutico pequeñito allá… Y entonces, se nos echó encima el 92, así, de sopetón“.
El trabajo de Ferrater empezó a tener reconocimiento público a partir de los años 90, cuando intervino en la recuperación de los terrenos que se convirtieron en la Villa Olímpica de Barcelona. “En realidad, trabajamos en las cuatro grandes zonas olímpicas. Pero le diría que el proyecto verdaderamente importante fue el del Jardín Botánico, porque allí abrimos nuevas posibilidades a la experimentación”.
¿Y en qué consisten las indagaciones de Ferrater? “La palabra clave es geometría. A partir de geometrías, cada vez más flexibles, hemos podido indagar en las culturas de los lugares en los que construimos”.
Y quien dice los lugares, dice ‘el lugar’. Ferrater ha desarrollado el grueso de su trabajo en una ciudad, Barcelona, y se ha ligado a ella como hacían los arquitectos de siempre. ¿Una decisión intelectual? Qué va: “Bueno, yo diría que es una circunstancia. Yo no me niego a moverme pero si me dicen: ‘Vámonos a China a trabajar, yo pienso, bueno, sí, a China… Si hay que ir, vamos. Pero prefiero trabajar en el Passeig de Gràcia”.
Y eso que el estudio de Ferrater ha recibido “un impulso maravilloso con la incorporación de varios arquitectos jóvenes: mi hijo Borja, mi hija Lucía… Ellos han relanzado nuestro trabajo”. ¿Algún consejo para los chicos? “Un arquitecto tiene que tener muy claro que no debe tomar más riesgos intelectuales de los que está dispuesto a asumir su cliente. Si lo hace, lo más probable es que todo acabe en desastre”.
Además de Ferrater, al arquitecto Fernando Ramón Moliner también fue galardonado con el Premio Nacional de Vivienda.
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